El tratamiento consigue que pacientes infértiles alcancen niveles de morfología y vitalidad espermática similares a los de un donante de semen, a quienes se exige un nivel muy alto de calidad seminal.
La ingesta de ácidos grasos omega 3 permite recuperar la calidad del semen.
En concreto, el aporte de una suplementación exógena a base de aceite de microalgas, rico en DHA (ácido docosahexaenoico), y en dosis de 800 mg/día durante 10 semanas, permite conseguir que pacientes infértiles alcancen niveles de morfología y vitalidad espermática "similares" a los de un donante de semen, a quienes se exige un nivel muy alto de calidad seminal.
El trabajo de investigación ha tenido una duración de cuatro años y en su elaboración han participado 90 varones, con un historial clínico previo de fracasos en tratamientos de reproducción asistida, y 30 donantes de semen, elegidos por sus óptimas calidades seminales.
Las membranas de los espermatozoides contienen un "alto porcentaje" de ácidos grasos polinsaturados y una membrana espermática con menos DHA del deseado se vuelve "rígida y menos flexible, por lo que es más difícil que el espermatozoide fecunde el óvulo".
Según el estudio, este ácido graso es capaz de concentrarse en diferentes estructuras de nuestro organismo y la distribución permite prever que sus principales beneficios estén relacionados con el óptimo desarrollo y funcionamiento del cerebro, con la agudeza visual y también con el proceso de la concepción. Por ello, el DHA es necesario para el correcto desarrollo cerebral y ocular del feto.
Los principales productores de DHA son las microalgas que forman parte del fitoplancton de las aguas marinas. Este DHA se transfiere a través de la cadena trófica al pescado azul (atún, salmón, caballa). También se encuentra en algunos frutos secos, como las nueces, ciertas verduras y algunos aceites de semillas, como el lino.
En concreto, el aporte de una suplementación exógena a base de aceite de microalgas, rico en DHA (ácido docosahexaenoico), y en dosis de 800 mg/día durante 10 semanas, permite conseguir que pacientes infértiles alcancen niveles de morfología y vitalidad espermática "similares" a los de un donante de semen, a quienes se exige un nivel muy alto de calidad seminal.
El trabajo de investigación ha tenido una duración de cuatro años y en su elaboración han participado 90 varones, con un historial clínico previo de fracasos en tratamientos de reproducción asistida, y 30 donantes de semen, elegidos por sus óptimas calidades seminales.
Las membranas de los espermatozoides contienen un "alto porcentaje" de ácidos grasos polinsaturados y una membrana espermática con menos DHA del deseado se vuelve "rígida y menos flexible, por lo que es más difícil que el espermatozoide fecunde el óvulo".
Según el estudio, este ácido graso es capaz de concentrarse en diferentes estructuras de nuestro organismo y la distribución permite prever que sus principales beneficios estén relacionados con el óptimo desarrollo y funcionamiento del cerebro, con la agudeza visual y también con el proceso de la concepción. Por ello, el DHA es necesario para el correcto desarrollo cerebral y ocular del feto.
Los principales productores de DHA son las microalgas que forman parte del fitoplancton de las aguas marinas. Este DHA se transfiere a través de la cadena trófica al pescado azul (atún, salmón, caballa). También se encuentra en algunos frutos secos, como las nueces, ciertas verduras y algunos aceites de semillas, como el lino.