Mialgia significa "dolor de músculo". El dolor puede ser localizado, como en una distensión de músculo o una lesión por aplastamiento, o generalizado debido a una enfermedad subyacente, como una infección viral. El tipo más frecuente de dolor muscular localizado se origina por uso excesivo de músculo o lesión por actividad. Miositis significa "inflamación de músculo". La miositis puede causar dolor e hinchazón en los músculos, que pueden llevar a debilidad. Al igual que la mialgia, la miositis temporal puede producirse por ejercicio o lesión de los músculos, pero pueden aparecer formas crónicas por infecciones, medicamentos, ciertas enfermedades, y trastornos autoinmunitarios. Tanto la mialgia como la miositis son síntomas de padecimientos subyacentes que exigen diagnóstico de la causa primaria del dolor o la inflamación del músculo para que el tratamiento sea exacto.
Las enfermedades que pueden causar mialgia, o miositis, o ambas, son virus como VIH, gripe, Epstein-Barr, herpes simple, o poliomielitis. Las infecciones bacterianas que causan síntomas similares son faringoamigdalitis estreptocócica, enfermedad de Lyme, y tétanos. Los hongos que causan histoplasmosis, y los parásitos relacionados con paludismo, toxoplasmosis y triquinosis también pueden generar síntomas que incluyen mialgia, o miositis, o ambas. Otros padecimientos que pueden producir síntomas similares son vacunaciones contra diversas enfermedades (inmunizaciones), y medicamentos como anticonvulsivos, antibióticos, fármacos contra el cáncer, fármacos para disminuir el colesterol, y diuréticos. El abuso del consumo de drogas, como alcohol, anfetaminas, cocaína y narcóticos, también puede causar síntomas. Los venenos, incluso la estricnina, y las mordeduras de serpiente, insecto o araña, pueden crear síntomas similares. La exposición a sustancias químicas tóxicas y otros factores ambientales como luz ultravioleta también puede enlazarse con síntomas. Las deficiencias de vitaminas C y de complejo B, así como las deficiencias de minerales y electrólitos que comprenden calcio, magnesio, fósforo, potasio o sodio, pueden causar mialgia. El padecimiento también puede depender de ciertos trastornos endocrinos y metabólicos, como hipotiroidismo, hipertiroidismo, enfermedad de Addison, hipoparatiroidismo, diabetes mellitus, neoplasia metastásica, y neuropatía diabética. La eosinofilia-mialgia con dolor muscular intenso o crónico acompañante depende de ingestión de un complemento de la dieta contaminado conocido como L-triptófano.
La mialgia y la miositis también suelen enlazarse con enfermedades del tejido conectivo (enfermedades vasculares del colágeno), que pueden incluir trastornos como artritis reumatoide, lupus eritematoso sistémico, polimiositis, dermatomiositis, y polimialgia. En trastornos del sistema nervioso central, la mialgia quizá se relacione con movimiento muscular involuntario (espasticidad) que puede acompañar a la esclerosis múltiple, la esclerosis lateral amiotrófica, y las lesiones de la médula espinal. El dolor muscular también puede acompañar a la rigidez causada por enfermedad de Parkinson. La fibromialgia y el síndrome de dolor miofascial también comprenden dolor muscular crónico.
Otros padecimientos en los cuales puede haber mialgia, o miositis, o ambas, son una enfermedad de origen desconocido que pueden dar por resultado inflamación o crecimientos difundidos (sarcoidosis). La hinchazón que altera la circulación y la función de nervios (síndrome del compartimiento) también puede causar síntomas. Otras causas posibles de mialgia, o miositis, o ambas, son ciertos trastornos metabólicos hereditarios y dolor muscular sin una base física manifiesta (mialgia psicógena). Los individuos con diagnóstico de miositis pueden tener padecimientos subyacentes, como neumonía u otras enfermedades pulmonares.
Incidencia y prevalencia
dado que la mialgia y la miositis son síntomas más que trastornos, su incidencia específica se desconoce. Alrededor de 15% de la población estadounidense cada año consulta a médicos respecto a molestia o dolor en músculos estriados.
Interrogatorio
el individuo puede informar traumatismo, una mordedura de insecto, o ingestión de fármacos, que precedió al dolor o la debilidad muscular. Los individuos pueden describir síntomas que ocurren casi en cualquier lugar del cuerpo; la intensidad del dolor varía desde sordo o con dolorimiento hasta calambre y molestia que puede incluir rigidez o debilidad. Otros síntomas pueden incluir fiebre, escalofríos, sudores, y pérdida de peso. El individuo puede experimentar síntomas neurológicos, como entumecimiento, temblor, alteraciones visuales, o zumbidos de oídos. Quizá se informe depresión, alteraciones del sueño, fatiga o exantema. El padecimiento a veces se acompaña de síntomas respiratorios, cardiacos o gastrointestinales.
Examen físico
para ayudar a identificar posibles causas subyacentes, es necesario solicitar al individuo que describa si el inicio fue gradual o repentino, y si los síntomas son constantes o intermitentes. Es necesario notar la localización exacta del dolor o la molestia. Puede haber rigidez o debilidad evidente en la marcha, la postura y la coordinación. Quizá también sea evidente emaciación (atrofia), agrandamiento (hipertrofia), o acortamiento permanente (contractura) de los músculos. El tono (tensión natural) y la fuerza musculares se evalúan por medio de ejercicios de rango de movimiento y de resistencia. El examen mediante tacto (palpación) puede revelar hipersensibilidad o tensión anormal de músculos (espasmo). La enfermedad de articulación se puede excluir con examen de articulaciones para buscar hinchazón, enrojecimiento, acumulación de líquido (derrame), hipersensibilidad localizada, aumento de la temperatura, y movilidad.
Pruebas
las pruebas en la sangre detectan inflamación y excluyen padecimientos subyacentes. Pueden incluir una biometría hemática completa y medición de la rapidez de la sedimentación de los glóbulos rojos (sedimentación eritrocítica). Quizá se necesiten varias pruebas para detectar la presencia de anticuerpos específicos en la sangre a fin de identificar enfermedades subyacentes. También pueden hacerse pruebas para evaluar las concentraciones de electrólitos, hormonas, y varias otras sustancias químicas (calcio, fosfato, enzimas séricas) para ayudar a determinar la presencia de lesión o desintegración en el tejido muscular. Una prueba en orina (examen general de orina) ayuda en el diagnóstico de trastornos musculares. La electromiografía (EMG) y los estudios de conducción de nervios miden la actividad eléctrica y el funcionamiento apropiado de los músculos. Las radiografías, la tomografía computarizada y las gammagrafías óseas permiten diagnosticar trastornos de huesos y articulaciones, y diferenciarlos de trastornos musculares. Quizá se necesite una biopsia muscular para identificar trastornos metabólicos hereditarios, enfermedad del tejido conectivo, eosinofilia-mialgia, sarcoidosis, triquinosis, y posibles agentes tóxicos. Otras pruebas de imágenes, incluso resonancia magnética y ultrasonografía, pueden detectar cualquier inflamación.
El tratamiento depende del diagnóstico específico. Las mialgias inespecíficas debidas a esfuerzo excesivo, infección viral sistémica, o inmunización, por lo general se pueden aliviar mediante medicinas para aliviar el dolor (analgésicos) de venta sin receta. Otros tipos de tratamiento dependen mucho de la causa subyacente del dolor o la inflamación de músculo. El estiramiento pasivo, el calor, o el masaje, pueden proporcionar alivio temporal. El ultrasonido, la estimulación de nervios (estimulación eléctrica transcutánea de nervios, o unidad de TENS por sus siglas en inglés), y aplicación de presión profunda a puntos hipersensibles o gatillo (disparadores) son útiles en algunos tipos de mialgia, como la fibromialgia. El tratamiento de dolor miofascial relacionado con disfunción de la articulación temporomandibular puede incluir el uso de un dispositivo dental adaptado sobre los dientes existentes (protección bucal). Quizá se prescriban medicamentos esteroides e inmunosupresores para reducir la inflamación propia de la miositis.
Dado que la mialgia y la miositis son síntomas de una enfermedad subyacente, el resultado esperado depende del diagnóstico específico. La mialgia inespecífica debida a esfuerzo excesivo o inmunización por lo general es leve y autolimitada. La mialgia que acompaña a infección diseminada (sistémica) por lo general se resuelve junto con el padecimiento subyacente, y la mialgia después de inmunización para fiebre amarilla puede durar dos a tres semanas. Sin embargo, si la causa subyacente es una enfermedad continua (crónica), como esclerosis múltiple o diabetes mellitus, los síntomas quizá continúen por tiempo indefinido.
El cuadro anterior representa un rango del número aceptable habitual de visitas para casos no complicados. Proporciona un marco basado en la duración del tiempo de cicatrización del tejido y la práctica clínica estándar.
Las complicaciones pueden acompañar a los muchos padecimientos o enfermedades subyacentes que están causando los síntomas. Algunas enfermedades pueden ser continuas (crónicas) o degenerativas, como esclerosis múltiple o enfermedad de Parkinson. Las lesiones subyacentes graves, como las que afectan a la médula espinal, pueden crear síntomas crónicos. Una enfermedad subyacente no detectada, como diabetes mellitus o hipotiroidismo, por lo general causas síntomas crónicos a menos que se inicien tratamientos apropiados.
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