HIPERTIROIDISMO. Al existir un exceso de hormonas tiroideas, la piel, como el
resto de los órganos, sufre un aumento de su metabolismo celular. Se produce un
mayor flujo sanguíneo y como consecuencia, la dermis se vuelve roja, caliente y
blanda. Curiosamente adquiere una textura suave, como de seda.
Se tolera
mal el calor, y por ello, las glándulas del sudor funcionan intensamente,
humedeciendo la piel, sobre todo en palmas y plantas de las extremidades, donde
la hiperhidrosis puede ser llamativa. El cabello anejo de la piel en constante
regeneración, acelera su velocidad de recambio hasta el punto de ser mayor la
caída que el nacimiento. Entre el 20% y el 40% de los pacientes sufren una
calvicie difusa. El pelo del resto del cuerpo, como axilas y pubis, se
empobrece. Las uñas se vuelven brillantes, lisas y frágiles.
Además, en
un 4% de los casos aparece en la cara anterior de las piernas, muslos y brazos,
el mixedema es decir, unas zonas de piel rosada, abultada y mullida, como si
estuviese hinchada, a consecuencia de una acumulación, en su parte más profunda,
de mucina, una glucoproteína similar al moco.
HIPOTIROIDISMO. Por el
contrario, cuando las hormonas tiroideas son insuficientes, disminuye el flujo
sanguíneo y la piel aparece pálida, fría, seca y rugosa. En el 80% de los casos
se encuentra cubierta de finas escamas. Las heridas cicatrizan lentamente, y se
pueblan de finas arrugas superficiales.
Disminuye el sudor, y se toleran
mal las bajas temperaturas. Aunque por motivos diferentes, existe igualmente
alopecia difusa en el cuero cabelludo en el 50% de los pacientes. En este caso,
entre la caída fisiológica del pelo y el crecimiento del nuevo cabello se
produce una pausa mayor de lo habitual, que da lugar a la aparente calvicie. El
pelo existente se muestra apagado, mate, seco y quebradizo, debido a la
disminución de secreción sebácea. Es muy característica la pérdida del tercio
externo de las cejas. Las uñas, delgadas y quebradizas, presentan numerosos
surcos longitudinales y transversales.
El 50% de los pacientes tiene las
mejillas rosadas, mientras que el resto de su piel, especialmente en las palmas
de las manos y en las plantas de los pies, presenta un color amarillento. La
causa estriba en una acumulación de carotenos, sustancias precursoras de la
vitamina A presentes en las hortalizas y frutas de color amarillo o anaranjado,
por un defecto hepático que impide su transformación en ésta.
Al igual
que en el hipertiroidismo, puede aparecer el mixedema en piernas y brazos, pero
es más frecuente que se localice en manos y cara. El paciente tiene aspecto de
cansado y se le forman llamativas bolsas debajo de los párpados. Esta piel es la
más delgada de todo el cuerpo (mide entre 700 y 800 micras), y se distiende con
facilidad, por lo que, al segregar más mucina, ésta la empuja hacia fuera y
abajo con facilidad, formándose las bolsas palpebrales. La nariz se ensancha y
los labios se agrandan. Todos estos cambios dan lugar a una cara con escasa
expresividad.
Los dos trastornos que se han expuesto tienen tratamiento
pero, si no se diagnostican y reciben la terapia adecuada, pueden causar daños
importantes en diversos órganos.
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