miércoles, 19 de febrero de 2014

EJERCICIO Y FIBROMIALGIA

La mayoría de las guías de práctica clínica destacan que

informar correctamente debe ser el primer paso en todo

paciente con fi bromialgia. Una guía alemana publicada en

200830 (de carácter multiprofesional y en la que también



participaron asociaciones de pacientes) destaca que, a pesar

de que el nivel de evidencia basado en ECA es limitado, informar

a los pacientes sobre el diagnóstico y las posibilidades

terapéuticas debe tener el grado máximo de recomendación

porque: a) desde la perspectiva del paciente el diagnóstico



de fi bromialgia a menudo sirve para acabar con un largo

periodo de incertidumbre y desinformación y una frustrante

odisea a través del sistema sanitario; la información sobre

el diagnóstico se considera desde hace mucho tiempo un

derecho esencial de los pacientes; b) desde la perspectiva del

médico existe la obligación ética de informar a los pacientes



sobre el diagnóstico y las posibilidades terapéuticas.

Hay un acuerdo prácticamente unánime en que los programas

de ejercicios físicos deben ser uno de los tratamientos

básicos en todos los pacientes.

Se deben valorar fundamentalmente 3 opciones:

a) Ejercicios aeróbicos. Utilizan grandes grupos musculares



involucrándolos en movimientos repetidos, con aumento

de la frecuencia cardíaca pero sin superar el umbral

anaeróbico (hasta 70-85% de la frecuencia cardíaca

máxima para la edad). Entre ellos se incluyen ejercicios

en carga (caminar, danza, etc.) y en descarga (bicicleta,

natación, etc.).

b) Ejercicios de fortalecimiento muscular. Pretenden mejorar



la fuerza, resistencia y potencia muscular realizando

contracciones musculares contra determinadas resistencias

como bandas elásticas, pesas o el propio peso

del paciente.

c) Ejercicios de estiramiento o fl exibilidad. Su objetivo es



mejorar la fl exibilidad muscular y de los tejidos blandos.

Se han publicado varias revisiones sistemáticas que analizan

la efi cacia de los programas de ejercicios, bien de forma

aislada31-33, combinados con otras formas de intervención34,35



o en el contexto de una revisión del conjunto de intervenciones

no farmacológicas36,37. Todas concluyen que hay evidencia



moderada-fuerte de que el ejercicio mejora algunos

parámetros de resultado. Probablemente la revisión de más

alta calidad metodológica es la publicada por la Colaboración

Cochrane, cuya última actualización se publicó en

200731. Incluye 34 ECA y concluye, con un nivel de evidencia
oro (véase www.cochranemsk.org), que el ejercicio aeróbico,

de forma aislada y practicado a los niveles de intensidad

recomendada, tiene efectos positivos sobre la sensación global

de bienestar, la función física y, probablemente, el dolor

y la hiperalgesia. Para obtener los benefi cios señalados el

ejercicio debe prolongarse al menos 12 semanas. Varios ECA

sugieren que los ejercicios de fortalecimiento pueden producir

también mejoras signifi cativas, pero se precisan más

estudios. Hay pocos datos sobre la utilidad de los ejercicios

de fl exibilidad.

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